*Visita Marta de La Rocha


Es exalumna y docente en el centro Mater, aunque en la charla que realizó en nuestra clase vino a hablar como madre, no como docente. A los 23 años fue madre junto a su pareja. El embarazo era aparentemente normal, aunque ella tenía la sensación, como madre, de que algo no iba bien, aunque los médicos decían que todo era correcto. Durante el embarazo le detectaron preeclampsia (tensión alta) y le adelantaron el embarazo, aunque el peso y tamaño era inferior a la edad de gestación. A partir de ahí, empieza un entramado de pruebas. En estas pruebas observaron que tenía un pequeño retraso que con la edad se corregiría debido a su gestación prematura. Con 18 meses después de la primera vacuna observó que el bebé únicamente dormía y le dijeron que había tenido alteraciones cerebrales y que estaba en estado vegetativo. Presuntamente tenía el Sindrome de Legg, una enfermedad que afecta al sistema mitocondrial, la cual produce una degeneración del sistema. Marta nos explicó las fases por las que pasó al saber que tenía un hijo con una enfermedad extraña. Estas fases fueron:


  1. La Negación
    Resultado de imagen de fase de negacion
  2. La ira
    Resultado de imagen de fase de negacion
  3. La aceptación
    Resultado de imagen de fase de aceptación

El pronóstico no era positivo, le daban unos 6 años de vida. Poco a poco fue sufriendo un proceso degenerativo. A partir de los 20 meses empezó a disfrutar de lo que era tener un hijo con una discapacidad. El objetivo de la madre no era sobreprotegerlo, sino dejar que tuviese las máximas experiencias posibles. Cuando llegó el momento de la escolarización no quería que fuese a una escuela ordinaria pública, entonces decidió llevarlo al centro Mater donde ella trabajaba, ya que, tenían más recursos. El niño tenía una discapacidad del 81% aunque tenía un nivel de comprensión elevado. Cuando le quedaba un mes para cumplir los 3 años el niño falleció.

Como conclusión, considero que como docentes, cunado nos encontramos en el aula con un alumno con estas características, no debemos centrarnos en la palabra necesidad, si no en la palabra apoyo. Es decir, en cómo podemos apoyar a estos niños para que puedan conseguir los máximos objetivos y desarrollar su potencial al máximo. La mayor preocupación de la madre era la poca preparación que tenía la escuela ordinaria en aquel momento y el contexto que le ofrecían a Jaime, ya que, el contexto no se adaptan a las necesidades de su hijo. Por ese motivo, Marta prefería escolarizar a su hijo en un centro especializado, ya que, consideraba que el contexto y recursos que tenían eran más adecuados para su hijo. Bajo mi punto de vista, considero que todos los alumnos tienen características diferentes, y que un alumno con una discapacidad debe de ser escolarizado en una escuela ordinaria y pública, junto a otros niños diferentes a él, con los cuales pueda relacionarse y aprender de ellos, al igual que el resto de él, ya que, en esto consiste verdaderamente la inclusión. Pero para poder conseguirlo, debemos tener docentes en continua formación y preparados, y dotar a los centros de recursos materiales para atender a estos alumnos.

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